Pongámonos en antecedentes ... Cronos era un ser ( Titán) de la mitología griega (hijo de Urano y de Gea). Destronó a Urano y se convirtió en el rey del mundo, gobernando sobre sus hermanos y los otros Titanes. Destronó a su padre, devoró a la mayoría de sus hijos para aferrarse al poder, aunque finalmente fue derrocado por Zeus, el único hijo que logró escapar.
Este síndrome enfocado al área laboral existe. Lo vemos reflejado en la actitud del jefe o directivo (el "Cronos" de la empresa), que motivado por un miedo patológico a ser derrocado, desplazado o superado, bloquea intencionadamente el crecimiento y desarrollo de su equipo, por resiliencia a delegar, apropiación de méritos, oposición a la innovación (que pudiera desafiar su autoridad o conocimiento) y crea un clima laboral negativo (inseguridad, desconfianza, estrés, tensión).
Jefes tapón: Por qué algunos directivos prefieren hundir el barco antes que dejarte capitanearlo.
Reconozco que no había oído hablar de este Síndrome y que posteriormente a mi experiencia fue cuando leí sobre el mismo y quedé impactada.
Todo comenzó con un proyecto para humanizar una empresa con alarmantes cifras de absentismo y rotación.
La oficina era un reflejo de la gestión: sombría, descuidada, sucia, con cables por todas partes, llena de papeles y con personas que no brillaban por el desgaste, a pesar de su gran potencial. Vi el burnout de cerca, esa sensación de estar “roto” que nunca había presenciado antes, a esos niveles.
Cada propuesta que presentaba, cada iniciativa que tenía, cada petición de los trabajadores que trasladaba, rebotaba contra un "muro de hormigón" ... Era realmente agotador. Aún así, por mi carácter alegre, hiperoptimista y el predominio de mi eneatipo 7 (el entusiasta), no perdía las ganas para cambiar esas situaciones.
Hasta que "el Titán" dejó de criticar mi trabajo, y decidió atacar mi esencia. Me trasladó que no "congeniaba con mi forma de ser" (sintiéndome orgullosa por ello). Y es que jamás sería el "sicario laboral" que pretendía. Mi profesionalidad, mi ética, y mi moral siempre fueron y siempre serán mi guía. Y ahí terminó mi proyecto.
La Confirmación del Síndrome
Habiendo finalizado, me llegó información de que se había adueñado de mis negociaciones, de mis proyectos, y los había convertido delante de todo el mundo en sus logros. Les impuso ("siempre por el bien de toda la oficina") ciertas "mejoras impuestas" que en ningún momento consultó y que de nuevo no era lo que necesitaban los trabajadores, ni siquiera lo que habían solicitado ... Volvía a tener el control absoluto, eso le volvía a proporcionar su tan ansiada "seguridad enfermiza y vírica" y el "ambiente tóxico" desde su bienestar laboral particular.
Reflexión Final
El cierre de mi proyecto no fue un fracaso profesional, sino una victoria ética.
Al apropiarse de mis negociaciones y de mis proyectos, demostró no solo su falta de ética, sino su dependencia de mi capacidad de ejecución, y de su incapacidad para delegar.
Al final, para volver a su seguridad, tuvo que volver a “su lugar tóxico seguro”.
El Titán necesitó destruir mi posición para reafirmar su poder.
Por mi parte, pude mantener mi profesionalidad y mi ética. Él solo pudo confirmar ser un “Cronos”, que aunque se sienta invencible, está condenado a la soledad del miedo y a la parálisis de la inseguridad.
Enseñanza
Dicen que para crear el antídoto, primero debes conocer el veneno. Haber sufrido el Síndrome de Cronos en primera persona me dio una perspectiva que ninguna teoría de RRHH podía enseñarme. He convertido ese bloqueo en un mapa de ruta. Estudiar este síndrome y buscar soluciones reales para empresas valientes que quieren erradicar el miedo de sus cúpulas y apostar por un bienestar laboral real.

Leonor Fernández, Vocal de Comunicación AMCHO
Graduada social, Experta en RRHH y Bienestar laboral.
De la Mitología a la Oficina: Cómo el Síndrome de Cronos destruye Talento Profesional.